De la vida diaria

Cambio de año, cambio de música. Y no es que me haya dejado de gustar Soda Stereo sino que simplemente es bueno renovarse un poco, dejar (mas no olvidar) ciertas cosas atrás a fin de dar cabida a nuevas aventuras.

Todo mundo ha hecho su balance y yo no, pues bien, en resumidas (muuuuy resumidas) cuentas he de decir que ha sido un año de idas y vueltas coronado con un pequeño viaje que jamás habría imaginado haría en mi condición de estudiante. Eso.

Conversaba el jueves pasado con mis dos mejores amigos en el patio Bellavista (bonito lugar, pero caro, muy caro) al alero de unas cervezas de estrafalarios nombres y recordábamos nuestro viaje a Cancún en el lejano 1999, cuando estábamos en tercero medio, cuando media el mismo metro 88 cm., pero pesaba 68 kilos. Cuando volvimos hicimos una suerte de pacto de volver a 10 años plazo y qué creen?

Sí, efectivamente, NO volveremos. Porque con el correr del tiempo uno va abriéndose pase en el mundo, va conociendo más, va adquiriendo inteligencia que ahora, con 25 años, permite darse cuenta que Cancún está lejos de ser el destino ideal o bien que el mundo es tan grande que vale la pena conocer distintos lugares. Europa es la meta, de todos, pero no sabemos s podremos llegar juntos. Es un desafío, pero es lindo saber que han pasado casi 9 años y la intención sigue intacta...

...al igual que mi intención de comer porotos granados con mazamorra, ensalada a la chilena y, porque no, un poco de ají. Y es que el verano no sería lo mismo sin un buen plato de porotos,sin sandía por la tarde y una cerveza mientras me relajo en la piscina. No importa si las oportunidades son pocas, siempre hay un día para hacerlo.

Quisiera, para terminar, desearle un feliz verano y prrósperas vacaciones a quienes esforzadamente pasan por acá. Destaco lo del "esfuerzo" porque hace días que no visito ni posteo en casi ningún blog y es increíble como eso limita las visitas al blog propio. No se trata de que tan bien escribas o no, al final la gente siente casi la obligación de actuar con reciprocidad. Una obligación que yo no puedo ni quiero sentir.